Una de las experiencias más enriquecedoras que podemos procurar es mirar con atención en la vida de aquellos instrumentos de bendición que Dios escogió y utilizó en el pasado. Y esto es precisamente a lo que nos invita Irven Paul en su libro “Un reformador yanqui en Chile”, el cual nos conduce en un viaje por los principales aspectos de la intensa vida del reverendo David Trumbull. El autor parte por dibujar la sociedad de Nueva Inglaterra en la que se forja el misionero, para luego entrar en la intimidad de su vida familiar. Ambas realidades, en las que la tradición protestante pone a Dios en el centro de todo, serían determinantes para forjar su visión de mundo, en la que cada cristiano reformado es alguien con una ineludible misión; la transformación de su sociedad.
Con respecto al Chile de la época, lo presenta como una especie de desierto, pero que no estaba del todo abandonado por la providencia, ya que nos introduce en la obra de muchos precursores del protestantismo, anteriores a Trumbull, que fueron sembrando la semilla y preparando el camino para el avance del evangelio en el país. Avance que se vería consolidado con la obra misional del reverendo quien, por medio de la evangelización, la labor pastoral y la obra de reforma política y social sentó las bases para el desarrollo de lo que habría de ser la fe evangélica hasta el presente. Y este ministerio nos es relatado de manera minuciosa, mostrando en todo momento su enraizamiento en la profunda teología calvinista que impulsaba a Trumbull a buscar el establecimiento del reino de Dios en todas las esferas de la sociedad.
Esta visión reformada de la misión explica su temprano involucramiento consciente y consistente en la vida política nacional, a fin de establecer caminos legales y constitucionales para el libre desarrollo de la fe protestante en Chile. Ello, dado que la constitución de 1833 consagraba al país a la religión católica “con exclusión del ejercicio público de cualquiera otra”, por lo que la lucha por la igualdad ante la ley no podía darse desde timideces y supersticiones, sino desde la comprensión y convicción de su necesidad como medio para transformar la sociedad.
En Trumbull confluye la fuerza espiritual de las tradiciones congregacionalista y presbiteriana, y Paul nos abre una ventana para poder mirar en su complejidad interior. Por medio de abundantes citas y fuentes nos va sumergiendo en su profunda espiritualidad, en su alma arraigada en el conocimiento de las escrituras y en su ardiente pasión por la evangelización y el cuidado de la cristiandad en este lado del mundo. Obrero incansable, cuyo establecimiento ministerial fue el fruto de la confluencia de una multiplicidad de factores. Tan solo en su sostenimiento estuvieron involucradas cinco asociaciones misioneras. Estudiar el extenso entramado implicado en su arribo final a Chile nos permite reflexionar en la arquitectura de Dios, en su gobierno providencial de la historia, la que interviene y dirige con sabiduría constituyendo instrumentos de salvación para llamar a sus escogidos en cualquier lugar de historia y de la creación.
La obra de Irven Paul es de gran interés para todo aquel que quiera profundizar en el pensamiento y la obra de David Trumbull, no solo por su contenido, sino por la gran cantidad de citas y referencias que permitirán al investigador rastrear una multiplicidad de fuentes para profundizar en algún aspecto específico de su vida y obra. Asimismo, su lectura es tremendamente relevante para el pueblo evangélico, ya que nos permite reencontrarnos con aquella robusta cosmovisión calvinista que concibe al creyente como alguien con una misión: “hacer realidad la voluntad de Dios en la sociedad humana”.
Manuel Quintana
Profesor de la Facultad de Teología Reformada
Profesor de Historia, Geografía y Ciencias Sociales de la PUCV
Magíster en Gestión Pedagógica Curricular UNAB
Exequiel Fernández 1144, Ñuñoa, Santiago - Chile